martes, 1 de julio de 2008

Los valores que nos caracterizan

Recientemente se ha conocido que la ciudad de Barcelona es el escenario escogido para un videojuego de acción llamado Wheelman, en el cual, además de escenas violentas, aparecen conocidos monumentos de la ciudad que el jugador puede llegar a volar por los aires. La concejal de Educación del Ayuntamiento, una tal Montserrat Ballarín, ha calificado de "reprobable" que Barcelona sirva de marco virtual para actos violentos, ha añadido que el videojuego es contrario a "los valores que caracterizan a la ciudad" y ha anunciado un estudio jurídico sobre la posibilidad de tomar alguna medida legal.

Prevenido de esta manera, me he hecho el firme propósito de no jugar a este videojuego y tan sólo me cabe lamentar que esta costumbre de lanzar fatwas municipales llegue demasiado tarde y tal vez el daño para la ciudad sea ya irreparable. Me estoy refiriendo a la película Buttman in Barcelona (1997), cuya sinopsis reza así:
"When I arrive in Barcelona, of course my first excursion is to the back streets around the 'RAMBLAS'. In these ancient narrow streets there is an opening in "THE CRACK" that Hatman pops out of to join me in my adventure. It was a very exotic, very erotic trip. Enjoy!"
La película fue dirigida por John Stagliano (a.k.a. Buttman), una de las vacas sagradas del cine porno, y cuenta con la presencia del actor Rocco Siffredi. El film versa sobre sexo anal, que parece ser la obsesión de Buttman, y se inscribe en el llamado género gonzo que consiste en que el cámara, mientras filma, interviene también como actor dentro de la acción; algo así como si alguno de ustedes filmase con una videocámara sus propios coitos y luego los publicase en Youtube. Si están interesados en la película pueden ver más detalles aquí. Naturalmente, mientras el ayuntamiento no se pronuncie, y ante la sospecha de que esta película tampoco refleja los valores que nos caracterizan como ciudad, he decidido abstenerme de verla; si ustedes, queridos lectores, desean visionarla, allá ustedes con su conciencia.

Y la película Buttman in Barcelona no es más que un caso reciente. Pero la lista de obras de arte, literatura, cine y otras formas de creación que pueden ser nocivas para la proyección de nuestros valores debe ser interminable. Por añadir un solo ejemplo más, seguramente casi todos mis lectores habrán leído en la escuela Mecanoscrit del segon origen, de Manuel de Pedrolo. Recordemos brevemente el argumento: una invasión extraterrestre extermina a la humanidad salvo a una pareja de jovencitos. En algunos episodios de la novela éstos visitan la ciudad de Barcelona, una montaña de ruinas y de cadáveres. Estaría bien que nuestro ayuntamiento hiciera una declaración institucional dejando claro, para conocimiento de cualquier civilización extraterrestre que se lo esté planteando, que invadirnos y exterminarnos contradice los valores que representa esta ciudad, y por ello, caso de que lleven a cabo la invasión, que hagan con nosotros una excepción. La advertencia también sería válida para futuros escritores: si piensan redactar una novela sobre invasiones marcianas, por favor, no la ambienten en Barcelona, es reprobable y contradice nuestros valores.

El tema es tan preocupante que nuestro Ayuntamiento podría crear un departamento destinado a velar por la correcta proyección de nuestros valores en todo tipo de obras creativas ambientadas en Barcelona. La tarea es ardua pero necesaria: evitar que Barcelona sea escenario de videojuegos violentos, impedir que se ruede en sus calles películas que incluyan escenas racistas y sexistas, pedir a los escritores de novela negra que no incluyan asesinatos entre los casos investigados por su detective protagonista y que, si debe haber asesinato, al menos que éste tenga lugar fuera del término municipal de la ciudad, que lo sitúen en Hospitalet, por ejemplo. Si este proyecto funcionara, incluso podríamos enviar a Montserrat Ballarín a la ciudad de Nueva York, para explicarles el modelo Barcelona de difusión de los propios valores, y acabar con todas esas películas de asesinatos, violencia, catástrofes, corrupción policial, mafia, etc, que seguramente contradicen también los valores de los neoyorquinos.

En realidad lo que necesitamos es una figura de reconocida proyección internacional que nos represente genuinamente y que sirva de contrapeso a la mala imagen desplegada por Wheelman, por Buttman y por cualesquiera otros individuos de costumbres reprobables y contrarias a nuestros valores. Y creo que ese personaje es el arquitecto Antoni Gaudí. Sostengo que hay tres razones que avalan mi propuesta. La primera es que Gaudí ya es suficientemente conocido de por sí y el primer atractivo cultural de la ciudad. La segunda razón es que hay en marcha un proceso de beatificación que, cuando llegue a feliz término tras el descubrimiento de algún milagro atribuible a su intervención sobrenatural, acrecentará aún más la proyección internacional del personaje y de su obra que suponemos compatible con los valores que nos caracterizan y en las antípodas morales de mister Buttman. Y la tercera razón es que Gaudí es un genuino representante de nuestros valores más característicos y propios y los llevó a la práctica con singular perfección. El año 1922 Antoni Gaudí interpuso una demanda judicial de deshaucio contra Rosa Domingo Giol, masovera que llevaba 20 años viviendo y cuidando de las propiedades de la familia Gaudí en Riudoms (Tarragona). La masovera, que había quedado viuda, y sus dos hijos fueron expulsados, cosa que significó para ellos un periodo de "mucha miseria" según declaró años después una hija superviviente, Rosa Corts Domingo.

Este hecho convierte a Gaudí en exponente y prototipo de los valores que mejor caracterizan nuestra ciudad: la especulación inmobiliaria. A partir de ahora, nuestros propietarios y especuladores podrán iniciar acciones de acoso o mobbing inmobiliario contra viudas y pensionistas con la conciencia bien tranquila y la cabeza bien alta: Gaudí también lo hizo, y va para santo. Que no se quejen esos viejecitos que malviven en pisos ruinosos gracias a un alquiler de renta antigua cuando el propietario haga en su escalera obras de empeoramiento, o cuando envíe matones, o cuando meta a degenerados sociales para amargarles la vida: Antoni Gaudí dejó en la calle, y en la pobreza, a una viuda con hijos mientras en su mente trazaba los planos de la Sagrada Familia y acudía cada mañana a misa a la iglesia de Sant Felip Neri. Teniendo en cuenta que para consumar la beatificación se necesita acreditar un milagro, podemos sugerir a los especuladores que se encomienden a Gaudí cuando se vean apurados en sus negocios. Propietario: si tienes una finca medio arruinada en el centro de Barcelona que puedes dedicar a hotel y te lo impide una viejecita inquilina que se niega a morirse o a pasar sus últimos años durmiendo en un cajero automático, no desesperes: pon una vela a Gaudí y pídele desde el fondo de tu corazón su ayuda. Y si un buen día, de repente, esa viejecita aparece defenestrada, o se ha desnucado en esa escalera que hace años que no arreglas, no lo dudes: ha sido un milagro. Libre ya de cargas, podrás reconvertir tu finca en hotel y no te olvides de informar al obispado del prodigio obrado por intercesión de Gaudí.

Amén.

3 comentarios:

sublibrarian of the year dijo...

El otro día mandé anónimamente una versión recortada de su post -7º y 8º parágrafos- a la lista de comunicación de la venerable institución patrimonial para la que digo que trabajo, y se montó un zapatiesto que ni le cuento. Los jefecillos y mentes preclaras ladraban mientras los precarios arqueaban las cejas ensoñando dinamita.

¡¡HAW, HAW, HAW, HAW!!!

¡Más munición, más, más, más!

Otro Paseo de Gracia es posible.

Francisco Cenamor dijo...

Tu blog nos ha parecido interesante, así que hemos decidido hacer una breve reseña en nuestro Blog Literario Asamblea de palabras el próximo viernes 25 de julio de 2008. Un saludo.
http://franciscocenamor.blogspot.com

Mundo Espejo dijo...

Sublibrarian: ande con cuidado, sus jefes, los sociovergentes, podrían ventear que su adhesión al régimen es escasa. Manténgase alejado de sus narices, se les reconoce porque todos llevan traje y una recortada barbita, quintaesencia de los valores que nos caracterizan.

Cenamor: quedo muy honrado de esa mención que me harán y asiento aquí por escrito mi agradecimiento.