domingo, 4 de mayo de 2008

Ecos de sociedad

Visitaba el otro día una conocida librería cuando me percaté, con perplejidad y cierto gozo, de que tenía una sección etiquetada como "Miscelánea". Con curiosidad repasé los títulos y ésto es lo que encontré: un libro sobre el cultivo de la marihuana, otro sobre huertos urbanos, un manual de tareas domésticas para hombres separados, una guía de tumbas y cementerios célebres de todo el mundo y un tratado sobre protocolo. Cogí el ejemplar que a priori parecía más interesante: la guía mundial de tumbas y cementerios célebres, pero lo devolví a su lugar decepcionado pues no contenía ningún tipo de ilustraciones que acompañasen el texto. Al salir de la librería, y mientras me dirigía a una cita con dos lectores habituales de este blog (y que son mucho más que eso, pero ésa es otra historia), meditaba sobre los hallazgos que había hecho y decidí que el más aprovechable era el manual sobre protocolo y buenas maneras. Como es sabido, en nuestra época se da un cierto relajamiento de las costumbres que ha provocado importantes cambios en los modos de sociabilidad, tema de estudio y de normatividad del protocolo, especie de pragmática del trato social. Así que, movido tal vez por el hado que dispuso mi encuentro con aquel libro de protocolo, me animo hoy a emprender un esbozo de investigación sobre las relaciones sociales.

Siendo fieles a nuestra particular manera de acercarnos a la realidad, que rehuye de toda sistematización y se complace en la recopilación del dato minúsculo y anecdótico, he decidido centrar este estudio de hoy en una cotidiana e inagotable forma de sociabilidad como es el hábito del cotilleo. Si tú, lector, eres partidario de las tesis de Heidegger, sería preferible que no siguieras leyendo, pues como ya sabes, el pensador del Ser abominaba de esta práctica del cotilleo, de las habladurías, del ansia de novedades, y consideraba que su práctica nos mantenía en la inautenticidad, inhabilitados para, en el silencio, plantearnos la cuestión de la pregunta que interroga por el sentido del Ser. De todas maneras, a riesgo de parecer osado, voy a cometer el atrevimiento de contradecir a tan gran pensador y me permito sugerir que tal vez su juicio acerca del ansia de novedades y la habladuría fue demasiado severo. Pues si es verdad que ser-ahí es ser-con-los-otros, y que el lenguaje es la morada del Ser, ¿qué mejor fenómeno que el cotilleo para estudiar simultáneamente el ser con los otros y el lenguaje, que en este caso habla de los otros? Sí, el cotilleo habla de los otros y de cómo son las vidas de los otros, y es el momento en que el lenguaje comienza a desplegarse más allá de su uso estrictamente práctico y utilitario. Y, en todo caso, tenga en cuenta nuestro posible lector heideggeriano que no es tan importante qué sea el Ser, sino qué hacemos con nuestras vidas, y para eso usaremos hoy el cotilleo como herramienta de investigación.

Cotillear consiste en hablar de la vida más o menos privada de terceros, y hablar más bien mal. El escenario en que tiene lugar esta actividad ha ido cambiando a lo largo de la historia. Actualmente, por ejemplo, suele hacerse en la televisión, a cargo de unos profesionales especializados en esta tarea. En otras épocas era una actividad más autogestionada y se realizaba en lugares donde la gente coincidía de forma cotidiana. Por ejemplo, en la imagen que encabeza este texto, podemos ver uno de tales sitios. Se trata de una letrina pública de la época romana, en la ciudad de Ostia. Todos hemos visto películas donde personajes romanos hacen vida social en las termas y discuten los importantes asuntos del Senado mientras se bañan o reciben algún masaje. Pero por evidentes razones estéticas y de decoro, el cine nos ha escamoteado que las letrinas públicas eran también un lugar donde hacer tertulias y relacionarse con los vecinos. Sólo las familias adineradas dispondían de retrete privado, las clases populares debían acudir a las letrinas públicas, y nunca mejor dicho, porque defecaban en público. Como se aprecia en la imagen, no había cabinas individuales, sino salas comunitarias con bancos de piedra dotados de unos orificios a intervalos regulares que ya podemos imaginar para qué servían. Por debajo del banco de piedra transcurría una canalización de agua apropiada para evacuar las deposiciones y, en la foto, todavía es perfectamente visible el canalillo que transcurría a los pies de los defecadores. Por ese canalillo discurría agua y los funcionarios públicos depositaban allí unas esponjas que servían para limpiarse, y que eran también de uso comunitario. Podemos imaginar el ambiente del sitio, con gente entrando y saliendo, y las conversaciones que podrían tener lugar allí, a veces entre vecinos de asiento, a veces tertulias generales donde participaría toda la sala.

El otro día, durante la cita con mis dos lectores, tras plantearnos brevemente la cuestión de la pregunta que interroga por el sentido del Ser, y declarándonos incapaces de arrojar nuevas luces sobre el tema, convinimos en entregarnos a habladurías y cotilleos. Aunque el escenario donde tuvo lugar este encuentro fue la terraza de un bar y no una letrina pública. Guiado por un espíritu introspectivo y de autoexploración, me dediqué a contar un cotilleo que había llegado a mis oídos, en lugar de observar pasivamente las habladurías que pudieran proferir mis dos contertulios. El caso que narré es el siguiente:

Parece ser que unos días antes, en cierto bar de esta ciudad conocido también por sus actividades culturales, se hallaba presente una pareja en actitud amorosa. De repente, de entre la multitud, aparecieron unas chicas que atacaron al elemento masculino de la pareja alegando que estaba cometiendo una "agresión sexual". La supuesta agredida adujo que no era tal el caso, que eran pareja y que su proximidad no se debía a acoso ni agresión alguna. Finalmente la pareja incomodada de esta manera abandonó el local.

Esta habladuría, que supongo cierta en términos generales, me ha resultado especialmente cómica en primer lugar por lo esperpéntico del caso, y segundo porque ya tenía noticia de la actuación de este grupo que lo que más me evoca es a esas llamadas "patrullas vecinales" que a veces aparecen en barrios especialmente degradados; incluso conozco personalmente a alguna víctima de sus correrías anteriores. Desconozco cuál pueda ser la ratio de aciertos de esta patrulla, aunque la anécdota narrada y el caso conocido por mí no me hace augurar un balance exitoso. Por otro lado, sospecho que ciertos principios de procedimientos judiciales, como presunción de inocencia, verificación de pruebas, derecho a una defensa, apelación, proporcionalidad de la pena impuesta, prescripción, agravantes y eximentes, acusaciones en falso, etc, no forma parte del ideario de ese grupo. Más bien imagino que conciben el linchamiento como una forma de democracia directa (según escoliastas orales a Toni Negri en un seminario sobre Poder Constituyente). Hace unas semanas, en otro bar de ambiente parecido al que acogió la anécdota narrada, unos amigos me señalaron discretamente la presencia de una miembro de esta patrulla, pero parece que ese día no estaba de servicio. Debido a que corro un cierto peligro de coincidir con este cuerpo parapolicial, y visto que mi carencia de antecedentes en materia de agresiones sexuales no es ninguna garantía, sería de desear que emitieran un comunicado aclarando qué locales y zonas consideran bajo su "jurisdicción", y si los dueños de esos locales están de acuerdo. Así podría decidir si voy o dejo de ir a ciertos sitios. Mientras tanto, y como medida de protección, recomiendo a mis lectores masculinos llevar siempre un pequeño bote con algo de harina dentro y etiquetarlo con la leyenda CsBr, es decir, bromuro de cesio, pues estas sales tienen efecto sedante y se decía que se las daban en las comidas a los soldados españoles durante el extinto servicio militar para aplacar su líbido. Al llegar a un local de riesgo a donde acudes para ver la actuación de un amigo poeta, por ejemplo, puedes sentarte en la barra, pedir una cerveza, sacar el bote de supuesto bromuro manteniéndolo bien visible y pedir a todas las mujeres que se mantegan alejadas de ti como si se temiera en el local una inminente redada de la policía religiosa saudí. O eso, o que se pongan uniforme y lleven placa de identificación cuando estén de servicio las agentes de este somatén.

Animado de espíritu de empresa, y con el ánimo de que aprovechen las oportunidades que ofrece Barcelona a los emprendedores, me atrevo a proponer a estas personas que regularicen su actividad siguiendo la estela de la acrisolada tradición comercial catalana. La propuesta es muy sencilla: fundar una cooperativa y cobrar por lo que hacen. Hasta ahora se han dedicado a propinar palizas a supuestos agresores sexuales, a veces reales, a veces imaginarios, a veces sí pero no era para tanto, etc. Pero, ¿han pensado en la cantidad de hombres que no sólo no protestarían por recibir la paliza, sino que pagarían por ello? El vicio inglés creo que lo llaman. No sería mala promoción: pasar de agente parapolicial a dominatrix, ofrecer un servicio a honrados padres de familia y estresados hombres de negocios que necesitan el desahogo de un buen correctivo, y encima cobrar por ello. Si se deciden a emprender esta nueva actividad, que tengan en cuenta que no todo vale, como hacen hasta ahora, y aunque estén zurrando al cliente, éste no deja de ser cliente y merece unas ciertas atenciones que sus represaliados no reciben. No vendría mal que antes de empezar estudiaran algo de protocolo y buenas maneras en este sitio.

Bien, queridos lectores, hasta aquí el caso. Como podrán apreciar, un buen cotilleo debe ser real, truculento, esperpéntico y polémico. A partir de su estudio será posible profundizar en la condición humana e investigar la naturaleza de nuestras instituciones sociales. Y antes de terminar, aprovecho para exhortar a nuestras paramilitares a que renuncien a la práctica de la Ley de Lynch, no creo que sea una aplicación válida de la democracia directa y ante la falta de garantías con que ejercen su ministerio, resulta peor el remedio que la enfermedad. A ver si puedo dejar de ir a ciertos locales con el frasco de bromuro por si a caso; no quiero que mi vida social y lúdica se reduzca a fiestas tan poco atrayentes como la que pueden ver a continuación.

19 comentarios:

sublibrarian of the year dijo...

Si el blog es el reverso de la agenda, el cotilleo lo es del currículum. ¿Cómo obtendríamos noticia sino de los de las competencias succionadoras de la jefa de márketing?

... errr...

El gusano que firma este comentario falocrático implora piedad al Femi-somatén y ruega que acepten este este humilde holocausto como prueba de mi adhesión al bromuro.

La palabra de validación de este comentario, ha sido: ipigssi ( I Pig, ssi). Las Furias me han señalado.

DINERO GRATIS dijo...

Se dice que en los blogs las entradas deben de ser breves, impactantes y contener no más de una idea si el autor quiere ser leído habitualmente y que el suyo conste en las estadísticas de los más visitados.
En mis navegaciones como visitador de estos refugios del narcisismo impotente y solitario, he comprobado que los parámetros antes nombrados funcionan sobre mí como lector de blogs; sin embargo he de hacer alguna excepción a esta regla y Miscelánea superior es una.
Gracias por no someterse al código del buen blogger, y demostrar con ello que no sólo Narciso puede estar detrás de la pantalla.

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que las letrinas públicas que ahora usamos como momentos privados de intimidad, serían un buen espacio para comentar las noticias y el cotilleo. En este caso tu post me remite inmediatamente a esa sensación que transmite la inigualable Paquita la del Barrio en este video, seguramente uno de los temas que este grupo integraría a sus valores. :)

Mundo Espejo dijo...

Don Dinero Gratis: coincido con usted en que la mayoría de los blogs que hay por estos lares son ejercicios de narcisismo, dedicados muchos de ellos a mostrar fotografías de las tetas de la autora, a que nos explique cuánto se gusta a sí mismo, o a entrar en detalles de su vida íntima que no interesan a nadie. Esto último sucede porque la gente confunde los blogs con los diarios y olvidan que un diario no es para publicarlo, sino para hacer un ejercicio de autoconocimiento. En fin, que a algunos blogueros, a veces conocidos por nosotros, habría que decirles: no me importa cuántos orgasmos tuviste ayer, ¿tiénes algo interesante que decir?

sublibrarian of the year dijo...

¡Qué grandes verdades!

Pero no puedo estar de acuerdo en todo; los blogs de tetas merecen nuestro agradecimiento fenomenológico. Es lo bueno de las fotos, te saltas los sentimientos y las metáforas coloristas y vas directamente "a las cosas mismas"

Mundo Espejo dijo...

Don sublibrarian: no anda usted falto de razón. No tengo nada en contra de las tetas, todo lo contrario. Lo que no expliqué bien en mi anterior comentario es que quien publica fotos de sus tetas luego pretende que ése no es su mérito principal, y que trasnciende los géneros y bla, bla, bla, zzzzzzhhhh.

Anónimo dijo...

Hola, se de que va la historia... y estoy de acuerdo con la conclusión de que es peor el remedio que la enfermedad, pero este cotilleo me parece que le sobra testosterona al solo enfocarse en el remedio y no en la enfermedad.
Este tipo de "malas costumbres" han sido practicadas por el modelo social patriarcal en que estamos y hoy se intenta no perpetuarlas...
lo de cotillear esta bien si se llega hacer una reflexión positiva.
Es dificil que te den de tu propia medicina... siempre sabe mal.

Anónimo dijo...

Estaría bien poder estar tranquilos en nuestros espacios, y eso quiere decir mantenerlos libres de agresores y agresoras, incluyendo a las integrantes de dicho comando.

En mi colectivo estamos trabajando las agresiones de genero y de todo tipo, y me gustaría conocer personas que forman el comando palizas para proponer hoy en asamblea que no pasen de nuestra puerta. ¿Hay nombres concretos?

De todas maneras, cabe comentar que en los cotilleos se propagan rumores donde los hechos se distorsionan, crecen y se exageran de boca a oreja.

Por ejemplo, me llegó la noticia de que un comando llamado stum o algo parecido ostió a un hombre llamado P__ en el Bahia hasta dejarlo como carne de hospital (relatado por alguien a quien le había llegado el cotilleo), cuando lo que pasó es que una chica que fué agredida y ninguneada por dicho P__ meses antes tuvo un mosqueo con él y le arreó una hostia y ahí acabó lo del Bahia (relatado por miembros de mi colectivo que estaban delante cuando pasó todo).

Pero coincido que desde los movimientos sociales, chupiguays y autocomplacientes, de nuestra ciudad también moderna y pura fachada, no estamos siendo nada rigurosos con las agresiones hombre a hombre, mujer a mujer, y de mujer hacia hombre, que también hay.

Anónimo dijo...

cuando lo que pasó es que una chica que fué agredida y ninguneada por dicho P__ meses antes tuvo un mosqueo con él y le arreó una hostia y ahí acabó lo del Bahia (relatado por miembros de mi colectivo que estaban delante cuando pasó todo)

¿Cuando pasó "todo"? Los miembros de tu colectivo que te han contado eso deberían haberte contado también que "P__" no "agredió" a X... y si no, pregunta a su colectivo (el de ambos) que sí que estaba delante cuando (no)ocurrió la "agresión". Hacer acusaciones falsas es muy grave, colega...

Anónimo dijo...

Vale, vale, pero durante la paliza ¿hubo tocamientos?

Anónimo dijo...

Hola anónimo

> "P__" no "agredió" a X... y si no,
> pregunta a su colectivo (el de ambos)
> que sí que estaba delante cuando
> (no)ocurrió la "agresión". Hacer
> acusaciones falsas es muy grave,
> colega...

En primer lugar estaba hablando de que la realidad se distorsiona cuando circula de boca a oreja, en los cotilleos. Y si el ejemplo que he dado lo encuentras totalmente falso, razón de más para desconfiar del cotilleo.

Pero continuando con los cotilleos ... pues mira, resulta que no solo X___ sino también una de su colectivo y una amiga de las dos partes la que ha dicho que al final en privado P__ y M____ han reconocido que sí que hubo baboseo y agresión, aunque en público decían que como iban borrachos no se acuerdan de nada y entonces no ha pasado nada. ¿A quién creer ya?

Mundo Espejo dijo...

Señores, por favor, esto no es indymedia, esto es mi blog. No quiero ver aquí un "Aquí hay tomate". ¿Por qué no comentáis otras partes del post, como la aversión de Heidegger a las habladurías o las letrinas romanas?

Camarada Alex: me permito darle un paternal tirón de orejas, no use nombres propios ni iniciales reconocibles. Y léase entera la web de protocolo.org como penitencia.

Anónimo dijo...

Camarada mundo espejo, tiene usted razón. Borren preferiblemente mis post, o en su defecto las iniciales.

Aprovecho para hacer petición de nuevos temas a tratar en su interesante página:

* El consenso y sus perversiones. (Por ejemplo, el consenso por agotamiento.)

* La amnesia y la culpabilidad.

* Recomendaciones de grandes clásicos a leer antes de formar parte de los movimientos sociales de Barcelona.

Anónimo dijo...

Un gran clásico, imprescindible en este pueblico que llamamos Barcelona, es el Manifiesto SCUM (Society for Cutting Up Men). Ya sea como fuente de inspiración o como bromuro psíquico... que total, sirve pa un roto o pa un descosío.

Anónimo dijo...

Hermanos, yo de Heidegger no voy a hablar porque nunca me he conseguido leer ni un sólo párrafo.

Lo que sí que creo es que los blogs son un gran invento, puedes escribir siempre todo lo que te salga de las narices.

En realidad son como las letrinas públicas romanas donde la gente discutía y cotilleaba mientras se iban pasando la higiénica esponja. ¿Sabes que te digo? que me voy a las letrinas públicas por excelencia que tenemos en barcelona.

Anónimo dijo...

Ustedes que saben de esto, durante el encuentro santsenc de militantes de base ¿saben si las Hong Kong Fem' Furies instalarán un tatami para homeopatizar a todos aquellos agresores que no hayan completado su proceso de arrepentimiento para entonces?

Anónimo dijo...

Pues no puedo responder a tu pregunta del tatami, pero continuando con los cotilleos te diré que las Hong Kong Fem' Furies tendrán un equipo en el campeonato de futbol sala intergaláctico que jugamos cada año, donde se enfrentarán al resto de los miembros de movimientos sociales: la mayoría lisiados emocionales, futuros agresores, accidentes biológicos y otra carroña a exterminar (creo que a los hombres nos consideran así).

¿Jugarán con kimono?

Anónimo dijo...

El kimono es un instrumento de la opresión falocrática oriental. Jugaremos en túnica corta y con el pecho izquierdo al aire en homenaje a las indomables Amazonas. El que nos mire de reojo que se atenga a las consecuencias.

Anónimo dijo...

Un poco tarde pero no se lo pierdan El restaurante cuarto de baño